Noticias

María Soledad Krause: "Esta profesión te obliga a trabajar con dedicación e intensamente"

Cuando Soledad estaba en la universidad los tiempos eran distintos. Era el año 92, para ella la Escuela estaba inusualmente tranquila. Siempre fue una estudiante dedicada y exigente consigo misma, algo que ella considera que no ha cambiado con el tiempo. Después de 10 años en Claro y Cía llegó a ser socia de ese estudio jurídico, parecía tener una carrera lista en el mundo privado, cuando le ofrecieron un puesto en la Fiscalía Nacional Económica, una oportunidad que Soledad no pudo dejar ir.

Actualmente, junto a otros egresados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, fundó el estudio jurídico Gandarillas, Montt del Río y Krause, que une la experiencia del mundo privado y público, en pos de una atención personalizada con el cliente.

¿Cómo comparas el proceso que se estaba viviendo ahora con tu experiencia como estudiante?

Fue una etapa muy tranquila, prácticamente no hubo paros ni tomas. Políticamente era la época de retorno a la democracia y eso infundió un ánimo pacífico, colaborativo y, sobre todo, de mucha energía y ganas de hacer las cosas. No se generaron movimientos como los que se viven ahora quizá porque se estaban gestando recién nuevas identidades, nuevas posiciones.

¿Cómo recuerdas la experiencia del examen de grado?

El examen de grado es una oportunidad para entender el derecho en general. Para mí fue el momento de separarme de lo contingente, de lo que tienes que aprender de memoria, y comprender los principios y la lógica del sistema jurídico en su totalidad. Por eso me pareció una instancia muy valiosa de formación. No se puede desconocer que tiene connotaciones que lo hacen difícil, sobre todo, el tiempo que uno tiene que estudiar y la presión. Quizás la forma de evaluar debiera ser distinta para mitigar, al menos en parte, este segundo componente. Además, me gusta mucho estudiar, por lo que fue un momento para dedicarme 100% a ello. Entre el egreso y el examen de grado trabajé y estudié al mismo tiempo tres meses y debo haber estudiado otros tres a tiempo completo. Fue intenso... sí, era bien exigente conmigo misma.

¿Crees que eso ha cambiado a través del tiempo?

No, creo que hay cosas que cuesta abandonar, pienso que esa exigencia subsiste. En algún sentido es buena, te permite alcanzar cosas valiosas y que agradeces, pero conlleva costos que no puedes desconocer. Tiene las dos caras.

¿Cuáles crees que son los puntos más importantes en la carrera de una abogada para llegar donde estás ahora?

Mucha perseverancia. Esta profesión te obliga a trabajar con dedicación e intensamente, aunque a veces no resulten claros ni evidentes los resultados y logros. La curiosidad. Creo que esa es mi característica más notoria. Me interesa entender y preguntarme acerca de las cosas. Es algo importante, creo yo, porque el mundo ha ido cambiando, las normas y las orientaciones se han modificado mucho y es necesario mantenerse atento, activo, interesado. Y la combinación entre teoría y práctica. Yo procuré mientras estudiaba, lo que fue un gran aporte para mi formación. Y he repetido esa fórmula en lo sucesivo, en que he intentado mantener cierto equilibrio entre el estudio y el ejercicio profesional. Hice un doctorado en penal y he seguido estudiando filosofía, argumentación jurídica… sin abandonar nunca el trabajo. Todo lo que he estudiado, aunque no sea directamente relacionado con derecho, me ha abierto perspectivas, aportado distinciones, y nuevos modos de percibir la realidad. Sentirme siempre aprendiz, la conciencia de la complejidad, y de todo lo que me queda por aprender.

¿Cuál es el enfoque que tiene Gandarillas, Montt del Río y Krause?

Este es un proyecto que emprendimos hace un poco más de tres años. Somos cuatro socios y todos veníamos de oficinas grandes. Yo trabajé por doce años en Claro y Cía; los otros socios tenían una experiencia más o menos similar. Y el enfoque es la especialización. Nos dedicamos únicamente a litigios civiles en sentido lato, es decir, civiles, comerciales, de libre competencia, administrativo sancionador. No vemos ni familia ni laboral. Asimismo, el trato directo con el cliente, que es algo que nos propusimos mantener y creo que hemos conseguido. Es decir, tú llevas pocos casos, casos que son de tu expertise y tienes un vínculo muy cercano y directo con quien te ha hecho el encargo. Lo último es el trabajo en equipo, lo que hemos logrado porque somos de edades similares, todos con experiencia. Para un caso difícil, es una garantía que existan varias personas evaluando el mismo tema, y aportando consideraciones desde distintas perspectivas. En relación al creciente debate que ha surgido en torno a las potestades sancionadoras de la administración.

¿Crees que los actos administrativos deberían tener mérito ejecutivo en sí mismos?

Mi opinión es que sin control judicial previo, las decisiones administrativas no debieran cumplirse. Entiendo que la realidad actual exige, por razones prácticas, que se haya facultado a los órganos administrativos para imponer sanciones, pero creo que ellas no se pueden ejecutar mientras no haya una sentencia de un tribunal que haya revisado la decisión. Ya hay una rebaja de garantías cuando el sistema permite que te pueda sancionar directamente un órgano que no es imparcial en el conflicto, de ahí que una de las medidas mínimas para resguardar los derechos de los administrados sea el control judicial previo.

¿Cómo lo ves en el caso del Sernac en específico?

Es difícil no compartir las razones para que se le otorguen facultades sancionadoras al Sernac. Es necesario asegurar la vigencia y eficacia de las normas en materia de consumo, y no veo diferencias relevantes entre este órgano administrativo y otros que ya gozan de potestades sancionadoras. Lo que sí debe procurarse con el diseño del modelo y la aplicación práctica del mismo, es dotar de garantías reales al administrado para que pueda defenderse en el respectivo procedimiento. La contradictoriedad teórica y la efectiva, un estándar alto de prueba, el control judicial amplio de las decisiones administrativas, reglas claras para la imposición de sanciones, el deber de motivar, entre otros, son algunos de los mecanismos que deben servir de contrapeso para esa rebaja de garantías que lleva ínsito lo administrativo sancionador. La mayoría de las personas que defienden las sanciones administrativas piensan que el sistema funciona mejor si se dan más facultades al Estado. Creo que no es así; no podemos hacerlo sin buscar contrapesos y mecanismos de control. Esa es la única manera de asegurar la legitimidad, resguardar valores jurídicos fundamentales como la seguridad y la confianza, así como conseguir resultados a largo plazo. Esta es una conclusión que deriva, por lo demás, de mi experiencia. He representado tanto a administrados como a un órgano administrativo, y estoy convencida de que la fórmula más perfecta es la que concilia la eficacia de la intervención con el resguardo de los derechos de las personas.

Compartir:
https://uchile.cl/d144198
Copiar