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Tercera versión de seminario “Nuevas cuerpas para nuevas transformaciones” profundiza en torno a la identidad trans, la educación y DD.HH.

Seminario profundiza en torno a la identidad trans, educación y DD.HH.

La actividad realizada el pasado 26 de noviembre también examinó la representatividad trans en la elaboración de los discursos respecto de su propia realidad.El Centro de Derechos Humanos (CDH) de nuestra Facultad y CERES ONG realizaron una nueva versión del seminario “Nuevas Cuerpas para nuevas transformaciones”, en el que se abordaron temas como el posicionamiento de estudiantes trans en el sistema educacional chileno, los nudos problemáticos en torno a la patologización de lo trans y el orden constitucional estatal que controla y moldea los cuerpos, entre otros.

La tercera versión del seminario “Nuevas Cuerpas para nuevas transformaciones”, actividad que se realiza desde 2017, fue moderada por Débora Fernández, coordinadora de CERES ONG. Se tuvo la participación de Pablo Astudillo, Doctor en Sociología y Académico del Departamento de Políticas Educativas de la Facultad de Educación de la U. Alberto Hurtado; Claudia Calquín, Doctora en Ciudadanía y Derechos Humanos, académica de la Escuela de Psicología de la Facultad de Humanidades de la U. de Santiago de Chile; Claudia Iriarte, Doctora en Derecho e Investigadora de la Facultad de Derecho de la U. de Chile; y Constanza Valdés, asesora legislativa, activista trans, miembro de ABOFEM y actual candidata a la Convención Constituyente.

Dentro de las temáticas desarrolladas en este Seminario, se trata, en primer lugar, el posicionamiento de estudiantes trans en el sistema educacional chileno, dando cuenta de que actualmente hay un marco normativo general en este aspecto formado por Ley de Inclusión del año 2015 y por circulares emitidas por el Ministerio de Educación en el año 2016. A pesar de esto, hay una débil institucionalización de los procesos para dar cumpliemiento a estas normas en las escuelas.

Durante la actividad, se visibiliza, a través de un estudio casuístico, el cómo los establecimientos escolares utilizan las experiencias de alumnos trans para narrarse a si mismos como establecimientos inclusivos, es decir, con fines de construcción de una imagen institucional. Dentro de este escenario, se realizan propuestas para mejorar este sistema, destacando la opción de establecer procesos de acompañamiento a estudiantes trans o el requerimiento de dar mayor preponderancia al concepto de expresión de género. Lo anterior, dada la necesidad de que se deje de ver la inclusión de la diversidad de género como un problema, y se comience a ver como un aspecto que se debe contemplar en el currículum o la educación sexual del establecimiento en cuestión. Sumado a lo anterior, también se da cuenta de la necesidad de que se contemple a otros miembros de las escuelas en los procesos de inclusión, además de los estudiantes, tales como los profesores. Por último, se propone que se piense desde la igualdad de condiciones, contemplando la expresión e identidad de género, para que el sujeto pueda tener las herramientas para poder autorrealizarse y construir libremente una imagen de sí mismo.

En segundo orden, se expusieron los nudos problemáticos en torno a la patologización de lo trans, delineando los postulados de la teoría queer, entendida como un discurso problematizador de las operaciones del poder regulador en la conformación de las identidades de género. Se señala que la mayor problemática de la institucionalidad, en materia de identidad género, es la implementación de una política que asume que las identidades representan categorías diagnosticadas por la medicina y que opera bajo una lógica de binariedad de sexo, entendiendo al sexo como algo diferente al género. Tras la exposición, se concluye que lo adecuado es comprender que la identidad de género no es el resultado de una psicología individual, interna y profunda, sino que, por el contrario, una narración que no es interna o externa, ni individual o social, pues la propia narración produce dicha distinción. Situarnos desde estas perspectivas es explorar otras posibilidades ontológicas que las definiciones psicojurídicas impiden, y que permiten el acceso a un yo que es construido por la relación.

En tercer lugar, desde la mirada del derecho, se analizó el orden constitucional estatal que controla y moldea los cuerpos, dando cuenta de la necesidad de una reconfiguración del sistema hacia la superación de la concepción de un Estado patriarcalista. Se afirma que el nuevo Estado se basa en la idea del pacto social y en la supuesta igualdad de la ciudadanía, igualdad que solo se aplica dentro de los cánones del “optimo iure. El concepto de óptimo iure determina tanto la idea de orden público basado en principios de libertad, igualdad y propiedad, como la esfera privada orientada hacia el mercado y basada en la familia. Esta esfera privada familiar define a la mujer como un sujeto reproductor, hecho que delimita su función social e identidad. Se esgrime que es desde este punto que se construye la institucionalidad del control de los cuerpos y se desarrolla todo un ordenamiento jurídico para mantener ese control, no aceptando a las disidencias sexuales, puesto que alteran y ponen en cuestionamiento el orden social y sexual que mantiene el modelo de mercado.

Por último, se examina la representatividad trans en la elaboración de los discursos respecto de su propia realidad, dando cuenta de que históricamente la construcción de sus relatos ha estado ligados a la academia y a hombres que han elaborado teorías al respecto. También, se revisa la discusión sobre el reconocimiento y validez de sólo algunos tipos de cuerpos trans, esto quiere decir, la sola aceptación de la identidad trans cuando va vinculada a la existencia ciertas condiciones. Se expone que esto delimita la inclusión de la población trans a la construcción de roles de género y estándares binarios que estructuran nuestra sociedad. Esto provoca la invalidación de cualquier rasgo que pudiera alterar este orden, reduciendo la identidad trans a una forma de serlo como válida, excluyendo y discriminando a todo quien esté fuera de la binariedad y sus requisitos. Lo anterior es calificado como un modelo patologizante e invisibilizador de la diversidad corporal de personas trans, todo lo cual se plasma en la Ley de Identidad de Género. Finalmente, se menciona que al no haber políticas públicas o registros estadísticos, se genera una invisibilización de la diversidad corporal que existe dentro de la población trans, lo cual es perpetuado por la Ley de Identidad de Género.