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Antonia Urrejola: "La universidad es mucho más que venir a estudiar"

Antonia Urrejola: "La universidad es mucho más que venir a estudiar"

La recientemente elegida integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Antonia Urrejola, visitó la Facultad de Derecho para hablar con ALUMNI y recordar su paso por la universidad.

¿Qué rescatas de tu experiencia como alumna de la Facultad de Derecho?

Para mí fue una época de florecimiento. Estaban pasando muchas cosas en Chile y en la universidad. Entré a la Escuela el año del paro contra Federici; en segundo año me tocó el plebiscito del Sí y el No, después me tocaron las elecciones democráticas, el fin de la dictadura, etc. Era una época súper efervescente, de sentir que la vida del país dependía de uno, porque en ese momento la Universidad de Chile era como un ícono. Uno sentía que estaba haciendo historia y eso, para mí, fue uno de los grandes recuerdos de la universidad, la sensación de que la universidad es mucho más que venir a estudiar.

¿Cómo eras en tu época de estudiante?

Era buena alumna, de las que entraba a clases, pero también participaba en el centro de alumnos y en política, en el movimiento estudiantil. Muchos compañeros de mi generación no entraban, porque estábamos con otras cosas, otras prioridades. Eran momentos duros; participé en tomas y estuve presa, pero sin duda tuve compañeros que lo pasaron mucho peor, pasaban meses presos, fueron torturados. Yo estuve presa pero siempre me soltaban el mismo día, nunca me pasó nada más, pero a muchos estudiantes de la universidad les pasaron cosas graves. Igual la época en que yo estudié ya la represión no era tan dura como lo fue en los primeros años de la dictadura, pero igual existía, había miedo y también mucha valentía. Pese a que era un período muy duro para la Chile, tengo lindos recuerdos, muy intensos y de grandes afectos de lo que fue mi vida universitaria.

¿Cuál es el perfil de las personas que egresaron en esa época?

No necesariamente de mi generación -porque yo salí el 91’-, pero mucha gente que egresó en esa época se dedicó a la esfera pública. Yo era compañera de generación de Álvaro Elizalde, Fernando Atria y de Solange Huerta. Más arriba estaba Sergio Espejo y muchos otros que no son conocidos para la opinión pública, pero que se dedicaron a la política o a lo público. De mi generación, muchos compañeros se fueron al Poder Judicial, recién partía, si no me equivoco, la Academia Judicial. Yo creo que la opción por trabajar en lo público tenía que ver con el momento que nos tocó vivir. En mi caso particular, efectivamente esa época universitaria decididamente marcó la opción que tomé por trabajar en el ámbito de los Derechos Humanos.

Me acuerdo que, en esa época, los abogados de la Vicaría de la Solidaridad eran como un ícono para mí y, de alguna manera, su trabajo marcó también el perfil que he ido asumiendo, y eso es algo que veo en mis compañeros. No necesariamente el perfil de Derechos Humanos, sino que también, el perfil de lo público, desde distintos ámbitos, más allá de las opciones políticas. Te marcaba mucho la sensación de responsabilidad con el país, de querer aportar. Me imagino que tiene que ver con los procesos que vivimos como universitarios, y porque en la Escuela había mucho debate, algo que no pasaba en todas las universidades.

¿Cuáles son los desafíos que te propones como comisionada de Derechos Humanos de la OEA?

La crisis económica mundial se ve reflejada en diversos ámbitos, uno de los cuales son los organismos internacionales que hoy tienen menos recursos que antes. Así, en los último años la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha tenido graves problemas de financiamiento, el año pasado atravesó una crisis financiera bastante grave. La Comisión por mucho tiempo recibía fondos externos de los países nórdicos, por ejemplo, y con todo el tema de la crisis europea y la crisis migratoria, esos fondos disminuyeron enormemente. Recién en la última Asamblea General los Estados se comprometieron a aumentar el fondo regular destinado a la Comisión, y eso le ha dado un respiro, pero es un tema.

Yo creo que el principal desafío es ver cómo, en el actual escenario mundial y latinoamericano, órganos como la Comisión Interamericana puedan subsistir con recursos que les permitan hacer su tarea como corresponde y de manera autónoma. Hay que ser un poco creativo.
Otro desafío tiene que ver con el cuestionamiento a los órganos internacionales de protección de los Derechos Humanos. Lamentablemente en los últimos años han surgido cuestionamientos que en algunos casos son, a mi juicio, amenazas reales de un retroceso, no sólo respecto de la existencia de los sistemas multilaterales y los órganos de protección, sino un peligro de que la agenda de Derechos Humanos en el mundo, y en nuestro hemisferio, también sufre un retroceso respecto de todo lo que se ha avanzado en décadas pasadas (...) Creo que muchos estados hoy día tienen una reticencia hacia la Comisión y es importante que logren entender que la comisión es necesaria, no solo para las víctimas de derechos humanos, sino que también es una herramienta para los propios estados, para la construcción de políticas públicas y la realización de cambios estructurales en la legislación, con miras al cumplimiento de los estándares en derechos humanos.

En tu discurso de candidatura a la Comisión mencionas "Los Nuevos Derechos", en relación al escenario político y social actual ¿Podrías comentar al respecto?

He trabajado mucho en los gobiernos en Chile, lo que me permite tener una visión desde adentro de cómo es la construcción de una política pública en derechos humanos desde el ejecutivo y me doy cuenta cuáles son las dificultades, obstáculos y complejidades internas que se enfrentan en dicho proceso. Pienso que en el continente se han hecho esfuerzos importantes, aúnque aún insuficientes, por hacerse cargo de la pesada herencia de las brutales violaciones a los Derechos Humanos. No cabe duda que lamentablemente continúan existiendo desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y la práctica de la tortura. Sin embargo, pareciera ser que actualmente hay una mayor consciencia de lo que son el respeto a los derechos humanos "tradicionales", que tienen que ver, en parte, con el tema de la dictadura, tortura, desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales; y en eso, creo que al menos en teoría, no hay mayor debate sobre qué son derechos humanos.

Sin embargo, hay nuevos y complejos desafíos en materia de reconocimiento de los derechos económicos, sociales y culturales y el reconocimiento de los derechos de grupos de especial vulnerabilidad.

Cuando hablo, en sentido figurado, de "los nuevos derechos", me refiero a reconocer como derechos humanos los derechos asociados, por ejemplo, a un medioambiente libre de contaminación, al derecho de los pueblos indígenas, a comprender el concepto de la autodeterminación de los pueblos indígenas. Creo que hay enormes desafíos de avanzar en materia de desigualdad y no discriminación, igualdad de género, los derechos de los migrantes; la importancia de proteger los derechos humanos en el ámbito de las inversiones privadas. Creo que en estos temas como país estamos atrasados. La discusión en torno a la despenalización del aborto en tres causales es un botón de muestra. Estos no son nuevos derechos, pero sin duda recién se está tomando conciencia de que ellos son derechos humanos, tan importantes como los otros.

Considerando tu trabajo, durante el gobierno del Presidente Patricio Aylwin, en la propuesta de Ley Indígena ¿Cuál es tu opinión en relación al avance en derechos indígenas a la fecha?

Creo que desde donde estábamos ahí, a lo que estamos hoy se ha avanzado mucho, pero es absolutamente insuficiente. De forma tal que, por ejemplo, el debate en la década de los 90 en materia de derecho y pueblos indígenas estaba concentrado en temas conceptuales. Si se les consideraba pueblo o etnia. Todas las propuestas de reforma constitucional, la propia ley indígena, la ratificación del Convenio 169, se concentra en eso.


Creo que en eso, por lo menos hoy, en la utilización del concepto pueblo, más allá del contenido que uno le da, ya no es un debate. Pero me parece que la mirada que hemos tenido respecto del tema pueblos indígenas sigue siendo, no sé si conservadora es la palabra, pero poco siglo XXI. Sigue habiendo mucho temor de este tema, cuando tú hablas de autogestión, de autodeterminación, genera mucho miedo, y me parece que ahí hay una deuda súper grande de entender cómo tú, en la vida política del país, logras reconocer los derechos colectivos de los pueblos indígenas.


En mi opinión, la salida política tiene que ver con eso; entender que son un pueblo, que tienen derechos colectivos, y que tenemos que buscar la mejor fórmula para reconocer aquello.. Me parece que hay una mirada súper restringida, temerosa, discriminatoria Estamos llenos de estereotipos y eso ha impedido avanzar efectivamente en este tema, reconociendo que el tema no es sólo un tema de seguridad y delincuencia, sino que es sobretodo un tema politico y de reconocimiento de derechos.