"El valor de la formación básica del abogado"<br>Ricardo Escobar

Cada vez con más frecuencia veo el interés de estudiantes de Derecho en convertirse en “especialistas”. Abogados recién graduados muestran con orgullo en sus CV cómo desde temprano en su facultad tomaron cuánto curso fue posible en materia económica, en penal, en derecho ambiental o tributario. Muchos de ellos, acto seguido entran a un magister de la “especialidad”.

Es curiosa esta elección de ruta profesional tan temprana. No me parece que las facultades de Derecho y las nuevas generaciones de estudiantes hayan cambiado tanto como para que tantos jóvenes tengan una comprensión tan clara de la rica diversidad y profundidad de las ramas del Derecho, como para abrazar una con pasión y descartar las otras. Menos para haber tenido el tiempo como para haberse subido a unas y otras, y así comprender mejor la forma, fortaleza y belleza, del árbol del Derecho.

Si miro las muchas veces que la vida profesional me ha puesto frente a grandes abogados, en Chile y en el extranjero, lo que los destaca, lo que me ha hecho admirarlos, normalmente no es su “especialidad” (que suelen tenerla). La característica común suele ser su capacidad para analizar y resolver un problema jurídico difícil con las herramientas básicas, con los principios esenciales del derecho civil, del derecho procesal, del derecho público y el derecho penal. Cierto, también conocen la jurisprudencia reciente, las leyes y reglamentos tales o cuales, que son pertinentes. Pero lo central, el camino que encuentran para desatar el nudo, para resolver de forma sensata el problema, suele ser algo tan básico como las normas de interpretación de la ley, teoría general de obligaciones o contratos, o principios como non bis in ídem, debidamente integrado con la visión jurídica del conjunto del problema.

En tiempos donde acceder a la información, a la última modificación legal o a todos los dictámenes o resoluciones de la Contraloría o de una superintendencia, sólo toma unos pocos clicks, no tiene tanto valor “saber” esas reglas. Siempre se las puede buscar.

Los problemas que debe enfrentar un abogado, donde quiera que trabaje, rara vez encajan en "un" código. El análisis de quién, a fuerza de especializarse, olvida o ignora las fibras y venas que conectan su rama con el tronco del Derecho y las demás ramas que hacen el árbol, suele tener menos capacidad para enfrentar y resolver problemas jurídicos de forma eficiente.

Habiendo egresado hace ya más de 30 años de la Facultad, soy un convencido de que si hay algo que enriquece y ayuda la práctica futura de un estudiante o un abogado joven es darse la oportunidad, como cualquier niño curioso, de explorar varias ramas. De caerse de una y golpearse en otra, para volver a afirmarse y subir. Los buenos abogados, suelen moverse con agilidad a fuerza de haberlo hecho.

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