"La pandemia no detiene a la democracia: una experiencia de elección electrónica" - Renée Rivero

La Universidad de Chile ha solido ser una suerte de modelo a escala del país: las tensiones, problemas, discusiones y debates que tienen lugar en nuestra comunidad política completa han estado presentes en nuestra comunidad universitaria; también en cuanto a las soluciones, en las cuales la universidad acostumbra ir a la vanguardia.

Un ejemplo reciente, o una experiencia útil, ha ocurrido en su Facultad de Derecho, donde se realizó una vez más, y a pesar de la pandemia, el ejercicio democrático de elección de representantes académicos ante el Consejo de la Facultad y de algunos directores y directoras de Departamentos, así como representantes estudiantiles ante las Escuelas de pre y postgrado. Fue un proceso electoral ejemplar que, por primera vez, se hizo mediante votación electrónica, contando, además, en el caso de los académicos y las académicas, con una altísima participación.

Dadas las diversas elecciones que han de llevarse a cabo en el país próximamente, la más importante de las cuales es la del plebiscito de entrada del proceso constituyente, y ante el panorama incierto que plantea la situación de la pandemia por el COVID-19, la implementación de la votación electrónica es un tema del mayor interés.

Se ha discutido ampliamente sobre la pertinencia de las herramientas de votación electrónica, en general. Sus partidarios sostienen que aumentará la participación de los votantes y habrá mayor eficiencia y rapidez en el conteo, dando también la posibilidad de votar a los ciudadanos residentes en el exterior. Sus detractores, en cambio, dudan de sus fortalezas con respecto a la seguridad y la capacidad de computar bien el resultado, la privacidad del voto, además de la facilidad de uso.

Es cierto, la democracia electrónica tiene dificultades, pero también las tiene la democracia sin ningún apellido. Existen puntos a mejorar en la votación en línea como también los hubo y hay en los sistemas de papeleta. El punto está en tratar de superarlos.

Lo que podemos decir de nuestra experiencia en la Facultad de Derecho es muy positivo. El proceso contó con una muy alta participación de los(as) académicos(as), de alrededor del 90 por ciento del claustro electoral (y las tres primeras mayorías en la elección de consejeros y consejeras fueron obtenidas por mujeres). Por otra parte, también pudieron sufragar, por primera vez, las académicas y los académicos que se encuentran en el extranjero, independientemente del tipo de permiso que tengan. Fue tal el entusiasmo que participaron todos quienes se encuentran en esta situación.

Los procesos democráticos de nuestra Facultad no fueron detenidos ni aplazados por la crisis sanitaria. Y en esta elección el voto electrónico se mostró eficaz y participativo, permitiendo asegurar la continuidad del servicio y el derecho a una educación pública. Estas elecciones, además de una experiencia de democracia electrónica exitosa realizada en pandemia, quizá puedan servir para discusiones y perspectivas que exceden la universidad y alcanzan al país entero.

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