Borde costero en peligro

En recientes columna de opinión, Cristián Warnken, y en su carta, Renato Cristi, señalan su profunda preocupación por el creciente desarrollo de obras inmobiliarias e infraestructura en el borde costero entre El Tabo y Punta de Tralca. Cristián Warnken, con su magistral estilo, denuncia que "...se faciliten las obras a quienes hacen negocios fáciles devastando nuestro paisaje”, y podemos agregar que se interviene para beneficio económico espacios de borde de mar que es bien nacional de uso público. Agrega Warnken que “la indolencia del chileno y sus autoridades ante nuestra naturaleza y nuestra historia, tiene que ver con carencias antropológicas y ontológicas muy hondas”. Más grave resulta una especie de complicidad pasiva o inmovilismo, de parte de nuestros Tribunales Superiores de Justicia que no ejercen su imperio para la ejecución de sus fallos, precisamente en casos que afectan el borde costero como lo han sido por ej. hotel en Punta Piqueros, desarrollo inmobiliario en Maitencillo y dunas de Con-Con.

Por su parte, mi estimado ex-condiscípulo en la Facultad de Derecho (U. de Chile), Renato Cristi, centra su denuncia en ciertos funcionarios municipales que no dudan en sacrificar el entorno natural del borde costero en aras del “progreso”, al facilitar la construcción de vías para vehículos.

Desgraciadamente, experiencias del pasado confirman esta inexplicable actitud de autoridades locales, como lo fue el caso del cambio “express” del Plan Regulador de Puchuncaví, para posibilitar la construcción de la termoeléctrica Campiche (Ventanas), ya que según el anterior Plan Regulador no se admitía uso de borde costero para construcciones de ningún tipo.

Espero que experiencias como ésta no se presenten a futuro, y el menoscabo o deterioro del borde costero no sufra el irrecuperable daño generado por la erosión, debido a un mal uso del suelo e irresponsable deforestación. Una genial Oda, a la erosión de Malleco, de Pablo Neruda, advertía este irrecuperable daño, que lo podemos aplicar al borde costero: 

“Volví a mi tierra verde / Y ya no estaba / Ya no estaba / La tierra se había ido / Con el agua / Hacia el mar / Se había marchado” (Antología popular, 1972).  

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